El almacenamiento de energía es esencial para avanzar hacia un modelo energético más sustentable y eficaz. En la actualidad, uno de los principales desafíos del sistema energético global es la incorporación de fuentes de energía renovables, especialmente la solar y la eólica, debido a su carácter intermitente. Por lo tanto, es fundamental contar con tecnologías que permitan almacenar energía durante los periodos de alta producción y liberarla cuando sea necesario, asegurando así un suministro constante y fiable.
La habilidad de almacenar energía es vital no solo para asegurar la estabilidad de las redes eléctricas, sino también para avanzar hacia un sistema energético más limpio, donde la descarbonización sea viable. La descarbonización implica la disminución de emisiones de dióxido de carbono y otros gases contaminantes a través del uso de energías renovables. En este escenario, el almacenamiento de energía se torna un elemento esencial para alcanzar las metas climáticas en el ámbito mundial.
Hoy en día, se emplean varias soluciones tecnológicas para el acopio de energía, desde baterías de litio hasta sistemas más sofisticados, como las baterías de estado sólido o los sistemas de aire comprimido. Cada uno de estos métodos posee sus propias ventajas y desventajas, pero todos son fundamentales para promover un sistema eléctrico más adaptable y resistente.
En este contexto, las redes eléctricas necesitan transformarse para acomodar la inclusión de estas tecnologías de almacenamiento. Las micro-redes son una de las soluciones más prometedoras. Estas redes locales pueden operar de manera autónoma de la red principal, facilitando una administración más eficaz de la producción y el uso de energía, y permitiendo prever emergencias y responder con anticipación. Esta capacidad predictiva es crucial, especialmente para minimizar interrupciones en el suministro eléctrico y optimizar la eficiencia del sistema.
El acopio de energía también es crucial para la electrificación de sectores tradicionalmente dependientes de combustibles fósiles, como el transporte pesado. La movilidad eléctrica en camiones, autobuses y trenes es una de las áreas con mayor potencial de avance, ya que puede disminuir significativamente las emisiones de gases contaminantes tanto en ciudades como en áreas rurales.
El almacenamiento también tiene un papel fundamental en la electrificación de sectores que históricamente han dependido de combustibles fósiles, como el transporte pesado. La movilidad eléctrica, especialmente en camiones, autobuses y trenes, es una de las áreas con mayor potencial de desarrollo, ya que puede reducir considerablemente las emisiones de gases contaminantes en las ciudades y en las zonas rurales.
Además, el almacenamiento de energía es esencial para el desarrollo de la infraestructura necesaria para apoyar la transición energética. Las inversiones en sistemas de almacenamiento energético y las investigaciones en nuevas tecnologías están avanzando rápidamente. De hecho, se espera que en 2030 se alcancen los 20 GW de capacidad de almacenamiento y que esa cifra llegue a los 30 GW para 2050, lo que permitirá que las energías renovables sean una fuente de energía mucho más confiable y accesible.
Sin embargo, uno de los principales obstáculos para el despliegue generalizado de tecnologías de almacenamiento sigue siendo el costo de las baterías y otros sistemas de almacenamiento. A medida que la investigación y el desarrollo en este sector continúan, los costos tienden a disminuir, lo que hace más viable la adopción masiva de estas tecnologías. La «segunda vida» de las baterías, es decir, su reutilización después de que ya no sean aptas para el almacenamiento energético a gran escala, también está ganando relevancia. Esto permite aprovechar al máximo los recursos y reducir el impacto ambiental asociado con la fabricación y el reciclaje de baterías.