El gobierno estadounidense ha vuelto a confirmar su postura acerca de las normativas aplicables a las corporaciones de tecnología y la inteligencia artificial dentro de la Unión Europea. Durante un acontecimiento realizado en París, el vicepresidente de Estados Unidos, JD Vance, manifestó que su nación no tolerará limitaciones regulatorias establecidas por Bruselas y otras potencias globales. Vance indicó que Estados Unidos se mantiene como el líder en el avance de la inteligencia artificial y tiene la intención de continuar en esa posición sin intervención externa.
Una posición decidida ante las normativas
Las afirmaciones de Vance representan una variación importante respecto a la administración pasada, la cual eligió no intervenir en las regulaciones europeas relacionadas con tecnología. Por el contrario, el gobierno actual ha asumido una postura más combativa para salvaguardar los intereses de sus empresas tecnológicas, apoyadas sustancialmente por Silicon Valley.
Esta postura no es inédita. Durante la campaña electoral, el sector tecnológico manifestó un apoyo considerable al nuevo gobierno por su promesa de prevenir investigaciones sobre abuso de poder o limitaciones de contenido en plataformas digitales. Asimismo, la administración ha advertido que podría imponer sanciones económicas a la UE si esta concluye que determinadas plataformas, como X (anteriormente Twitter), infringen las normativas de libertad de expresión.
Este posicionamiento no es nuevo. Durante la campaña electoral, la industria tecnológica mostró un respaldo notable al nuevo gobierno debido a su compromiso de evitar investigaciones por abuso de posición dominante o restricciones de contenido en plataformas digitales. Además, la administración ha amenazado con sanciones económicas contra la UE si esta determina que ciertas plataformas, como X (anteriormente Twitter), violan normativas de libertad de expresión.
La intervención de Vance en París también aplicó esta estrategia a la inteligencia artificial, enfatizando que no debería estar sujeta a regulación en lo que afecta a las compañías estadounidenses que operan globalmente. Esta perspectiva es coherente con la política implementada por el gobierno desde su llegada al poder, cuando revocó una orden ejecutiva de 2023 que imponía ciertas responsabilidades a las empresas de IA, como informar sobre sus progresos al gobierno y adherirse a un código de buenas prácticas.
El discurso de Vance en París también extendió esta política a la inteligencia artificial, insistiendo en que no debe ser regulada en lo que respecta a las empresas estadounidenses operando a nivel internacional. Este enfoque es consistente con la política adoptada por el gobierno desde su toma de posesión, cuando derogó una orden ejecutiva de 2023 que establecía ciertas obligaciones para las empresas de IA, como reportar sus avances al gobierno y seguir un código de buenas prácticas.
La administración argumenta que una regulación excesiva podría frenar la innovación y reducir la competitividad de Estados Unidos en el ámbito tecnológico. No obstante, críticos advierten que la falta de regulación puede llevar a la proliferación de sesgos en los modelos de IA y a la expansión de tecnologías sin control que podrían afectar la privacidad y la seguridad digital a nivel global.
La actitud de Estados Unidos ha suscitado inquietud entre los dirigentes europeos, que sostienen que una regulación rigurosa es esencial para asegurar la ética y la seguridad en el desarrollo de la inteligencia artificial. La UE ha progresado en la creación de regulaciones como la Ley de Inteligencia Artificial, que fija criterios para el uso y desarrollo de estas tecnologías en su región.
La postura de Estados Unidos ha generado preocupación entre los líderes europeos, quienes consideran que una regulación estricta es necesaria para garantizar la ética y la seguridad en el desarrollo de la inteligencia artificial. La UE ha avanzado en la implementación de normativas como la Ley de Inteligencia Artificial, que establece estándares para el uso y desarrollo de estas tecnologías dentro de su territorio.
Por su parte, otras potencias como India y Francia han expresado su interés en encontrar un equilibrio entre la innovación y la regulación, promoviendo un enfoque que garantice el desarrollo responsable de la inteligencia artificial sin comprometer la soberanía tecnológica de sus países.